La primavera de 1994 un grupo de masones andorranos impulsaron la creación de una logia propia, la primera del Principado, que dependía de la Gran Logia Nacional Francesa. Esta fue la semilla de la francmassoneria regular en el Principado de Andorra, que seis meses después veía como nacía su segunda logia. Cuatro años más tarde, las cuatro logias andorranas que había impulsaron la creación de la GLA.

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